EL ORGULLO DEL ASTA

EL ORGULLO DEL ASTA

Hay una tierra blanca sin nieve
calentado un cuerpo de porcelana.
Un lienzo reposa en su almohada,
lleno de arpas
y lagos inmensos que se ahogan.

El silencio dobla su frente mansa,
parece un toro bravo que siente y brama.

Que el cielo y la tierra
se queden dentro de tu cuerpo,
y no en el asta que te ha besado el corazón,
hace bastante tiempo.

Dentro de un niño hay dos mitades:
una es la grisácea noche
y la otra es la ronda roja,
que llora y llora
porque no te levantaste.

El cielo está lleno de circos ambulantes,
de norias azules,
lleno de suspiros y de animales.

¡Se rayó una estrella y cayó el cielo!,
como el vuelo de un pájaro,
para coger tu mano violeta,
cubierta de flores rojas y sangre.

El universo escapa de sus cien mil locuras,
¡no de los cien mil poderes!
Es un estampido en los ojos y un infinito,
apretando en su cuarto tus sienes.

Arrugado como una hoja seca,
eres grisáceo y eres violeta,
pero no la mañana,
ni el encuentro de la luz en unas simples mejillas.

Tu sangre rugirá por siempre como una espada
y el viento arrastrará tu muerte,
¡cortarás corazones, raíces, ramas y vientres!,
es ahí cuando...
te llevará el viento en su memoria siempre.

Cuanta sangre y cuantos huesos
hay en el vinagre de tu lecho,
donde crecen bodegas de vino
un color amargo carbonizando tus paredes
y expuestos... como marineros extraviados
bebiendo de tu lluvia eternamente.