miércoles, 18 de julio de 2012

ARENA DE DESIERTO

Te beso el alma
que descansando se quedó
en la suave lana.

Cogí el manto
que desprendían
tus ojos en llanto.

Me abracé a tu mundo
que tapaba nuestro aire;
nos dimos vida
respirando con los pulmones del otro.

Si uno cae
el otro lo levanta del asfalto.
Las rodillas que no toquen
las humillaciones que te otorguen.

¡Que no se cierren tus ojos
en arena de desierto!

Príncipe de mí cuento
crea muchos sueños
con finales
de otros mejores cuentos.

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