La tierra se funde,
en los manantiales
del salvaje verde.
Se abre temblorosa,
y se parte, la temerosa.
Soy el árbol caído,
desalojado antes de su tiempo.
Creí durar,
y hoy he caído,
desojado por el mismo viento.
El aire me visitaba
cuando nadie le prestaba.
¡Que prenda el incienso
que se va soltando como tus huesos!
¡Que no llore nuestro padre
y nos alivien a la madre!
¡Que la tierra no castigue
quemando lo que tanto persigue!
La vida se fusila y se va agotando,
las balas serán
nuestra nueva hambre.
¡Que no llore nuestro padre
y nos alivien a la madre!
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