He roto mi casa en Robledos,
terreno poblado por robles,
que huele a vieja plantación cerrada.
Quisiera estirarme, tirando briznas
como panales de plegarias,
esperando a que la gloria
me clave sus punzones
¡directos a mi vientre macizo!
Doy vueltas y vueltas,
me pongo de lado,
desgarro el vestido,
¡me estiro!,
me encojo sola,
como una niña en el orfanato.
He tallado mi cuna
con tu nombre y mi voz,
¡como si fuesen canciones!
Te nombro a la sombra de mis navajas
¡que son mis manos delirando!,
dispuestas a quedarse en nada.
He terminado hablando sola,
¡y loca!
Deliro pero...
pongo farolas en mis rincones
en la ciudad de Robledos.
Quisiera no extrañarte tanto a mi manera,
ni acabar por encogerme del todo.
¡Solo sabe Dios...lo que quisiera arrancarme
y poderte decir adiós!
Mirándote a los ojos
secar tu llanto,
Mirándote a los ojos
secar tu llanto,
¡aquí y ahora!
en la ciudad de Robledos.
en la ciudad de Robledos.
es todo un placer leerte un beso marcelo
ResponderEliminarBonito... Lo releo y me gusta el ritmo y esa forma elegíaca del verso. Escribes de forma muy especial, y me gusta.
ResponderEliminarSaludos!