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viernes, 21 de febrero de 2014

PODERTE DECIR ADIOS




He roto mi casa en Robledos,
terreno poblado por robles,
que huele a vieja plantación cerrada.
  
 Quisiera estirarme, tirando briznas
 como panales de plegarias,
esperando a que la gloria
 me clave sus punzones 
¡directos a mi vientre macizo!

Doy vueltas y vueltas,
me pongo de lado,
desgarro el vestido,
¡me estiro!,
  me encojo sola, 
como una niña en el orfanato.

  He tallado mi cuna 
con tu nombre y mi voz,
¡como si fuesen canciones!

Te nombro a la sombra de mis navajas
¡que son mis manos delirando!,
dispuestas a quedarse en nada.

  He terminado hablando sola,
¡y loca!
Deliro pero...
 pongo farolas en mis rincones
en la ciudad de Robledos.

Quisiera no extrañarte tanto a mi manera,
ni acabar por encogerme del todo.

¡Solo sabe Dios...lo que quisiera arrancarme
y poderte decir adiós!

Mirándote a los ojos
 secar  tu llanto,
¡aquí y ahora!
en la ciudad de Robledos.




2 comentarios:

  1. es todo un placer leerte un beso marcelo

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  2. Bonito... Lo releo y me gusta el ritmo y esa forma elegíaca del verso. Escribes de forma muy especial, y me gusta.
    Saludos!

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