He deseado quedarme
impasible ante tu frío talante,
cerrando heridas
y abriendo puertas.
Reflejo del semblante
un tanto tajante,
frío y cobarde...
Me prestas al desconsuelo
que recojo del mismo suelo.
Migajas que me tiraste
al cuerpo con gran desprecio,
pues serán las que alimenten
el hambre de tu duelo.
Si alguna vez
se cerrasen mis heridas,
moriría si me rozas la piel
aunque fuese con un solo dedo.
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