Rafael, sólo quien te ama... vuela
sin ser una figura pocha o parda.
Soy como un pájaro despierto y firme,
apretada y desnuda como la nieve.
Nadie se atreve a arrancarme
ni a separarme de tu mirada.
ni la lija fría pretenciosa y avispada
mata los brillos de mis ojos enamorados.
Cuando el tiempo tiende a bajar de sus andamios
y despliega su libertad como si fuese un lenguaje,
mi cuerpo tiende a leerlo
llenándome de constelaciones
en el aprendizaje generoso y libre.
Atroz es el feroz bando sangriento encapuchado
que avanza en el cielo incansable y despacio,
lleno de asesinos en los ojos de péndulos
que arrastran en sentido del reloj carroñero.
Nosotros no... nosotros no somos cuervos,
volamos hermosamente libres,
libres de querer anidar el cielo,
llenos de libertades
como la piel ligera del ave.
Todo se sabe en esta vida de losas
de cárceles y cuerpos de rejas,
de jaulas que visten de fuego
en las aberturas de las puertas sin aire.
Cada ciudad dormida, es un despertar pardo
de oscuro hueco y de una lluvia ronca,
yacente del resurgido cielo
y de la abofeteada tierra noble.
Se libera el alma, en un mensaje sin ramas,
con las venas llenas de constelaciones
y la libertad de poder decirte:
Rafael, solo quien te ama ... vuela.
Rafael, solo quien te ama ... vuela.
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