Si se muere,
¿quién oye a los muertos?,
¿las gargantas de los cementerios
o las maderas que nos sustentan
-con sus manos duras-
soportándonos con sus dedos?
A mí que me recuerden hoy,
que el mundo siempre ha sido muy suyo,
con sus bocados hacia las madres
moldeándolas con sus dientes,
llenas de hambres, ¡tosiendo pestes!,
y yo, ¡siempre he sido yo!
Cuando llegue mi momento echaré la vista a un lado,
cerraré con púas y puertas mis ventanas,
-sin verme ahogada-,
¡y más de una boca que así descansará,
entre otras la mía después de muerta!
Que la vida se acerque a mi lado,
que se siente en mi mesa,
y solo cuando mis gusanos se queden callados,
hablaremos todos, ¡y de todos los que se han quedado!
¿quién oye a los muertos?,
¿las gargantas de los cementerios
o las maderas que nos sustentan
-con sus manos duras-
soportándonos con sus dedos?
A mí que me recuerden hoy,
que el mundo siempre ha sido muy suyo,
con sus bocados hacia las madres
moldeándolas con sus dientes,
llenas de hambres, ¡tosiendo pestes!,
y yo, ¡siempre he sido yo!
Cuando llegue mi momento echaré la vista a un lado,
cerraré con púas y puertas mis ventanas,
-sin verme ahogada-,
¡y más de una boca que así descansará,
entre otras la mía después de muerta!
Que la vida se acerque a mi lado,
que se siente en mi mesa,
y solo cuando mis gusanos se queden callados,
hablaremos todos, ¡y de todos los que se han quedado!
Muy buena poesía amiga y que sólo sea tu voz
ResponderEliminarOoooooole!! pedazo poeta, es que no me canso oye, ni una miajica, de leerla señora mía. ;-)
ResponderEliminarMe alegra Antonio, siempre un honor saberte entre mis letras.
Eliminar:)