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jueves, 19 de diciembre de 2013

PEQUEÑO LORCA




A menudo tengo sueños
en los que Federico,
anda descalzo, sin voz,
clavándome su mirada más triste.

Más que un abismo
sentí en su mirada de cejas.
Más fríos que una guerra,
su ojos pesan más que una condena.

A lo lejos, alguien le tira del abrigo,
porque le trae sus zapatos
y le devuelve su voz de pequeño niño.

A sus brazos, cae un racimo de uva
en forma de hueso y muchacho,
y  crece en la espera un tronco, 
un apretón de manos,
una despedida
más fuerte que las ramas de este árbol.

A menudo tengo sueños, si,
en los que Federico es un niño
y ha encontrado su paz,
junto a su amigo
compañero del camino.


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