¡De los muertos no quiero hablar!,
me recorre un escalofrío
por todo el cuerpo.
¡Me zumban los oídos!,
como si hormigas fuesen
se burlan, ¡y yo me enfado!
Ellas más se crecen.
Se comen los sentimientos,
llenándome de mordiscos
les oigo sus carcajadas.
Parece ser que hablar de ellos
es como hablarle al vacío (hueco),
al infinito misterio,
a las morales dañinas
y al dolor que llevas dentro.
Yo sigo viendo muertos,
¡los veo, noto y les huelo!
Los tengo metidos dentro,
tan dentro que recorren
hasta el último rincón
-de mi cabeza-,
como si me dijeran:
nunca te olvides de los nuestros.
Entonces trago saliva,
reflexiono y pienso,
¡y no!, hoy no quiero
hablar de los muertos.
me recorre un escalofrío
por todo el cuerpo.
¡Me zumban los oídos!,
como si hormigas fuesen
se burlan, ¡y yo me enfado!
Ellas más se crecen.
Se comen los sentimientos,
llenándome de mordiscos
les oigo sus carcajadas.
Parece ser que hablar de ellos
es como hablarle al vacío (hueco),
al infinito misterio,
a las morales dañinas
y al dolor que llevas dentro.
Yo sigo viendo muertos,
¡los veo, noto y les huelo!
Los tengo metidos dentro,
tan dentro que recorren
hasta el último rincón
-de mi cabeza-,
como si me dijeran:
nunca te olvides de los nuestros.
Entonces trago saliva,
reflexiono y pienso,
¡y no!, hoy no quiero
hablar de los muertos.
No hay que temer a los muertos, pero prefiero hablar con los vivos
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo amiga Elena, un gusto encontrarte por mi blog!!!
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