Dos manos como ríos
van del agrio al naranjo,
y del hueso redondo
a las redes del olivo,
-que lloran relojes de madrugada-.
En el puerto de Torrevieja
se mantienen los barcos en el camino del agua,
y fluyen y reman suspiros,
¡suspiros tan grandes como la Isla de Tabarca!
Roca de lunares que nunca vemos,
sentencia del luto que no descansa,
rebosa el sol eclipsando a la luna
en este pueblo hogareño y duro.
-Los dos son estrellas
que brillan eternamente-.
El ornato de la vida se pinta a lo alto,
Fátima de lagunas y esplendores,
desde las tierras más áridas al azul más oculto
de nuestro oscuro mar y su cálido aire.
Pálpito de tierra, coraza de la vida,
la primavera luce ahora un sonido diferente.
Un centelleo del mar desnudo
la abre como una flor hermosa,
y la abriga con su cabello inquieto.
-Exquisita forma de beber
zumo amargo con el pensamiento-.
Y se talla la primavera
entre los libros de las olas,
serenamente... en Torrevieja.
El poeta bucea la savia
en lo más hondo del mundo,
capta la angustia postrera, tranquila,
y contempla los cambios, con tristezas,
que van naciendo y pudriéndose libremente.
Roca de lunares que nunca vemos
sentencia del luto que no descansa
eclipsando las estrellas eternamente.
Que tenga mi sombra libre su paz
y no sienta buscar en otros lugares,
en otro río, o quizás en otros mares.
Que se quede mi voz en este pueblo,
que se pare en la plaza, y se eleve,
entre juncos... y lirios.
¡Quiero que los poetas alcen
sus palabras en esta plaza!,
que mi eco como gloria humana quede
siempre poeta y ajena a ella,
-tan estéril y tan seca-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por vuestra visita a mi blog, espero que mis publicaciones hayan resultado de vuestro interés. Si me lo haces saber, mejor!!!!