Tengo cogida tu piedra
con mis manos.
Tu muerte me ha ofendido.
¡Me faltas tanto!,
que he hecho moldes de racimos
contra mis manos.
Me he pegado tantos golpes
que derramo vino.
¡Cuántas venas negándose
a separarse de mi piel desnuda!,
pero me siento más herido
que balas tiene una guerra.
Te he esperado tanto
que han crecido las ramas.
De los soles no quiero ni contar,
parece que se esconden,
porque en las madrugadas
¡no hay perro que ladre más!,
¡más que este hombre!
¡Me llora el aire cariño!
La gente me pregunta por ti,
¡y yo!,
yo muerdo y me pierdo
en el cuello de la vida,
esperando que la luna
se acerque y me diga
si te ha visto pasear,
a mi lado, sola o en frente.
Te estoy llamando desde aquí abajo,
con mis ojos hundidos
lamiendo tu cama.
Quiero poderte despertar
tirando de tu edredón de piedra.
con mis manos.
Tu muerte me ha ofendido.
¡Me faltas tanto!,
que he hecho moldes de racimos
contra mis manos.
Me he pegado tantos golpes
que derramo vino.
¡Cuántas venas negándose
a separarse de mi piel desnuda!,
pero me siento más herido
que balas tiene una guerra.
Te he esperado tanto
que han crecido las ramas.
De los soles no quiero ni contar,
parece que se esconden,
porque en las madrugadas
¡no hay perro que ladre más!,
¡más que este hombre!
¡Me llora el aire cariño!
La gente me pregunta por ti,
¡y yo!,
yo muerdo y me pierdo
en el cuello de la vida,
esperando que la luna
se acerque y me diga
si te ha visto pasear,
a mi lado, sola o en frente.
Te estoy llamando desde aquí abajo,
con mis ojos hundidos
lamiendo tu cama.
Quiero poderte despertar
tirando de tu edredón de piedra.
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