Me importa cada sorbo
que encoge mi alma,
cada grito, resquebrajando
y sacándome las entrañas.
Soy víscera consumida,
que se queda con la humillación
de una memoria rota.
¡Cada lágrima aplasta!
¡Y cada mano levanta!
Me remueve la conciencia
que hablen de mí,
dando respuesta a un invierno mudo
que se queda en humillación
de una memoria rota.
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