Calla a tu cuerpo fuerte y atrevido,
silencia a tu sombra, cuando notes que empuja.
Sé rebelde y calla lo que tienes dentro,
trágatelo, que nadie ha de saberlo.
Ni un llanto sueltes,
que te están observando las cañerías sueltas.
¡Calla!, que el asfalto se revoluciona.
¡Calla!, que los suelos se agrietan.
Niega a tu aliento hablarte en secreto,
ni al corazón con su razonamiento escuches
que los nervios muerden y se llevan las uñas,
que los miedos destruyen cuando se tienen cerca.
Enrejado, hay rejas en el corazón,
y un vigilante de extremo a extremo
pendiente del alma que se fusila,
pendiente de la oscuridad
que es un arma homicida.
Ocúltate, calla a tu cuerpo
que se muere en todas partes.
¡Es un campo lleno de limones!
Agrio eres y amarilla se vuelve tu sangre
cuando viene el pensamiento a buscarte.
Ni un llanto sueltes,
que te bebe la tierra
y te moldea el barro
que es un trozo de piedra.
Niega a tu aliento hablarte en secreto,
que sufre de ausencias y de ilusiones que
se agarran, y se meten todas en tu puño,
y cuando menos lo esperas, se sueltan.
Por donde caminas no crece el azúcar,
ni crece el sueño de un ataúd,
pero llevas un arma dentro de la carne
y un corazón que es mucho más grande.
Que me busque algún día la paz
si se reconcilia con el viento,
que yo la invitaré a pasear
por el campo del firmamento.
silencia a tu sombra, cuando notes que empuja.
Sé rebelde y calla lo que tienes dentro,
trágatelo, que nadie ha de saberlo.
Ni un llanto sueltes,
que te están observando las cañerías sueltas.
¡Calla!, que el asfalto se revoluciona.
¡Calla!, que los suelos se agrietan.
Niega a tu aliento hablarte en secreto,
ni al corazón con su razonamiento escuches
que los nervios muerden y se llevan las uñas,
que los miedos destruyen cuando se tienen cerca.
Enrejado, hay rejas en el corazón,
y un vigilante de extremo a extremo
pendiente del alma que se fusila,
pendiente de la oscuridad
que es un arma homicida.
Ocúltate, calla a tu cuerpo
que se muere en todas partes.
¡Es un campo lleno de limones!
Agrio eres y amarilla se vuelve tu sangre
cuando viene el pensamiento a buscarte.
Ni un llanto sueltes,
que te bebe la tierra
y te moldea el barro
que es un trozo de piedra.
Niega a tu aliento hablarte en secreto,
que sufre de ausencias y de ilusiones que
se agarran, y se meten todas en tu puño,
y cuando menos lo esperas, se sueltan.
Por donde caminas no crece el azúcar,
ni crece el sueño de un ataúd,
pero llevas un arma dentro de la carne
y un corazón que es mucho más grande.
Que me busque algún día la paz
si se reconcilia con el viento,
que yo la invitaré a pasear
por el campo del firmamento.
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