No te roza el afeitado del invierno
ni te recuerda la niebla vestida
cuando te marchaste para siempre.
Encarcelado sordo y mudo,
desnudo donde no amanece,
pero si donde romancean tus manos
quietas y serenamente dormidas.
No te tienen en cuenta los días,
ni te miran de reojo las hojas,
porque ya no levantas el sol
ni humedeces acostando la luna.
Las calles, veredas y huertos,
ya no son campos, ¡ni son,
tus verdes ojos serranos!
Ahora son árboles negros,
¡secos arboles homicidas en la gloria!
Y porque te fuiste para siempre,
antes que el difunto de tu cuerpo,
que como todos los muertos
fuiste firme en tu postura,
de quedarte tumbado en el suelo
y marcharte serenamente para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por vuestra visita a mi blog, espero que mis publicaciones hayan resultado de vuestro interés. Si me lo haces saber, mejor!!!!