Se han helado las palabras.
Me he rendido a las guillotinas
has cortado mi fe,
rompiéndome el alma querida.
Me siento vacío recordándote marchar.
¡Tú!,
desde lejos,
¡y yo!,
queriéndome tirar.
¡Pero soy un cobarde!,
no soy capaz de humillarme en tu nombre.
Mis ojos lloran cansados de esperar,
¡y me consumo entre el silencio!
Ahora sé,
como aúllan las lunas encendidas,
y consumiéndome,
voy quemando en papel
los diablos de tu mentira,
-que han manchado de carmín
tu rastro en mi alma herida-.
¿Quién no se ha visto asomar
por las ventanas piramidales,
o los escalones tirados?
¡Soy un peldaño roto!
¡Yo!, yo y mis ríos,
que no saben más que ahogarme...
Me he rendido a las guillotinas
has cortado mi fe,
rompiéndome el alma querida.
Me siento vacío recordándote marchar.
¡Tú!,
desde lejos,
¡y yo!,
queriéndome tirar.
¡Pero soy un cobarde!,
no soy capaz de humillarme en tu nombre.
Mis ojos lloran cansados de esperar,
¡y me consumo entre el silencio!
Ahora sé,
como aúllan las lunas encendidas,
y consumiéndome,
voy quemando en papel
los diablos de tu mentira,
-que han manchado de carmín
tu rastro en mi alma herida-.
¿Quién no se ha visto asomar
por las ventanas piramidales,
o los escalones tirados?
¡Soy un peldaño roto!
¡Yo!, yo y mis ríos,
que no saben más que ahogarme...
y siguen aullando los perros a la luna
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