Te veo hasta cuando no te veo más allá del espejo,
reflejo que se empaña; sucia piel te acompaña.
Cristales que se clavan y acaban en lo hondo
de mi pecho y de mi alma,
trozos que se incrustan en mi lecho como intrusos.
Reflejos que se rompen y se recomponen así sin más,
silueta que se resquebraja quedando rota
y bañada por tu mal.
Tu partida fue la huida por no verme más llorar.
Los trozos de mi espejo serán los que te acompañarán,
cristales que se te clavan y se te clavarán,
reflejo que te empaña tu sucia piel,
es la que te acompaña.
Adelaida, ¡cuánta realidad hay en tu escrito! Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarAbrazos. Rosa.