Abriré más puertas que lugares
a cientos de manadas, como militares.
Arderemos por el derecho a sobrevivir.
La fuerza que arrastramos
no es el manto hospitalario
sino el derecho sobre los deseos
de verlos cumplir.
Las manos del posadero
son más fuertes, y él, más guerrero;
si las cierra será por no verse morir.
La lucha de ambos lados
es la custodia para un buen soldado
si con ello se lucha por vernos vivir.
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