Marchaste un día dejándola abierta,
Y el lo sabía,
Miraste apretando a tu garganta sedienta,
Y no quiso cerrarse,
Con el silencio de tu guerra se quedo el patio,
¡Y quiso esperarte!
Que levanten el arresto de la tierra,
Y remuevan las aguas,
Que las salivas centenarias,
Se vuelven cerrando el patio de su casa.
Muy especial.
ResponderEliminarSaludos.