Como te liberas en las madrugadas del otoño,
te has desprendido dejándote el cuerpo caído,
desahuciado de fuerte amilanado,
en caídas de finos roces en yertos cansados.
Prestaste tu fuerza al demonio de las falacias,
ya no te anhelan ni te aclaman... en las calles de las calmas.
Nadie se queda en el camino de las espinas,
quiero poder respirar del mar limpio,
que se me alejaba, notando el alma cambiada que no purifico
Grata experiencia leer un poema como este de tanta sensibilidad.
ResponderEliminarGracias por compartirlo Adelaida. Saludos y besos
Gracias!!! Saludos
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