LEVANTARSE DE LOS SUELOS AGRIETADOS

 

Levantaré de mis suelos caídos
que agrietaban los mármoles de mi templo desvalido,
nadie oculta lo bello de lo eterno.

Crearé mi paz desde mi reposo,
logrando dormir a las voces
de las puertas con su calabozo.

Alzaré las manos esperando que la lluvia
me acaricie con sus manos de esponjas compasivas,
como la hiedra abraza con su perfume 
a las recientes paridas.

Cerraré las cremalleras de las aberturas callejeras
que ocultaban mis ventanales de las estancias abismales.
¡Levantad de vuestros suelos!, ¡si yo puedo!