Senderos de aguas dulces,
Como saleros, me desgrano en agujeros,
Traigo la sed que tanto empapa,
Y se vacían de savia juiciosa por mi rabia.
No he de pisar el campo santo,
Vaciada tanto por tus voces o por tus cantos,
No creo que merezca ser apartada,
Por no velarte
y no verte tan Santo en mis madrugadas.
He creído hasta cuando no sentí,
Ser apartada por tu mano derecha,
¡Aquella que tu mismo me cerrabas!
Litigándome en penitencias.
La cruz de tu mortaja,
Lleva mi nombre que se resquebraja,
¡Me cediste tu corona de dolores!,
Senderos de penitencias,
¡Llevarme a mi tierra!,
Que mi caja no se quede y vuelva.
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