Las manos que me atrapan
y me dañan la espalda
con golpes repetitivos
que oscurecen y me ladran.
Dejar que mis lomos sean
cubiertas sin heridas
dejar que me marche...
¡pues pesan y no se olvidan!
Levantarme de donde caen
estas gotas enfurecidas
es querer luchar por una vida
que ya no era vida.
Si el recuerdo me viene
persiguiendo en espinas
olvidaré aquellas gotas
que de mi caían
pues el perdón es
el que sanará las heridas.
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